No te rindas
Ya no llores niña hermosa,
ya no sigas, te lo pido,
mira al cielo con paciencia
que él ha sido fiel testigo;
de las noches tan bonitas,
de los días tan festivos.
Y, hoy que estás acá sufriendo,
entre culpas y delirios,
solo ruego, seas fuerte
y prosigas el camino:
ya no sufras niña linda,
ya no sigas, te suplico.
Pues, yo quiero que sonrías,
olvidando el desvarío
y que siempre estés contenta
sin volver la vista al piso.
Sé que aceptas, fue tu culpa,
no lo niegas, y lo admito
que eres bella, encantadora
y así, desde el principio,
no debiste conocerlo...
pues, tú vales y muchísimo.
Ya no sufras, tierna amiga,
ya no vivas en el limbo;
no permitas que el silencio
te atormente con el frío.
Tú, eres linda, inteligente,
ya no aceptes su cariño.
Y, aunque pases noches tristes
y presientas el abismo;
solo cree en ti, mi reina
y no cambies ese estilo.
No estás sola, amiga mía,
yo te apoyo y lo confirmo,
porque quiero ver tus triunfos
desde el día en que supimos,
que en el mundo, la amistad
es más fuerte que un vehículo;
y por eso, con honores
estos versos yo te escribo,
porque sé y estoy seguro
que has cerrado ya un capítulo,
mas, ahora estás a tiempo
de seguir, pensar distinto
y tomar la vida plena
siendo dueña en tu prestigio
del futuro que has soñado,
practicar un sano juicio.
Ya no sufras, no te rindas,
te lo dice acá un amigo.
Samuel Dixon