El telegrama ya es historia.
La más sofisticada tecnología
vía ondasradiomagnéticas
ha llegado para revolucionar el futuro.
La primera vez que la escuché
hablar creí que se trataba
de una caja encantada.
Tiene dos roscas:
Al girar una de ellas,
la caja hace el mismo ruido
que al freír un huevo en la sartén,
y gira que te gira, se pueden atrapar
distintas voces.
La otra rosca sirve para poner
las voces a gritar o a susurrar,
según se gire a un lado u otro.
Se acabaron las exclusivas
distorsionadas por el boca a boca.
Las primicias que llegan de la ciudad
con retraso por correo.
Ahora las noticias me llegan
tan calientes como el pan
recién salido del horno:
La semana pasada supe
que un barco titánico
se había hundido al chocar
con un iceberg.
Ayer saltó a la palestra
que un alemán loquísimo
con bigote a lo Charlot
se ha propuesto comerse el mundo,
y me acabo de enterar
que el hombre ha llegado a la luna
en una mula espacial.
También he podido escuchar
a un joven poeta, llamado
Federico, recitando un poema suyo;
apunta alto el chaval.
Cosa extraña son las radionovelas,
en que uno debe reconocer
a sus actores por la voz.
Puedes imaginar que el villano
tiene una cicatriz en la mejilla
aunque tenga el cutis aterciopelado,
y que la protagonista tiene
los ojos azul celeste aunque
los tenga negros como el carbón.
Es lo bueno de esta nueva tecnología:
que permite dejar volar
la imaginación del radioyente.
En sintonía con la noche,
he conseguido sintonizar
una hermosa canción.
Y como suena ese solo de trompeta
en esta noche veraniega.
Me ha inspirado un poema corto
intitulado \"cuestión de prioridades\",
que dice así:
Primero, tú,
en segundo lugar, seguir contigo,
y por último,
lo que me haya dejado de ti.