Armada con un ojo tatuado
a la espalda,
tus ojos abollados
reconocen un firmamento turquesa
en la mirada,
tu esbeltez onírica
amor autómata
centrifugado por mil jeroglíficos
de terciopelo,
donde elijo
alguna flor suelta
del sol,
vidas pretéritas
del océano,
culto a lejanías
de porcelana
que desbordan el mentidero
del tiempo,
partir sin piedad
es la rueda del ermitaño.