La veleta se enreda,
el viento sopla
en dos direcciones
en un recreo pletórico
de pájaros
que trompetean
en medio de la nada.
Fieles nómadas,
vuelan altas las grullas
desde Gallocanta
hacia el Maestrazgo.
Parpadean las algaradas,
juegan con deleite
y con el viento,
atrapando las corrientes
que liberan la condena
de los hijos del mismo Dios
en los bosques de occidente.