Siempre he sentido esa obsesión
por las rosas y las espinas
sin que pudiera eludir que mis ojos
se posaran en sus rojos o en sus púas.
Tal vez encontrara mi alma alguna analogía
entre las espinas y las rosas
con los contentos y dolores, tan humanos
y que se alternan en la vida inevitablemente.
Y están allí juntas, en el mismo tallo
como si fuese imposible tocar la belleza de la flor
sin sangrar por la herida de la espina…
que la cuida.
Son parte vital de mi existencia, esa obsesión,
las espinas y las rosas…