Cada reencuentro o retorno
es ir perdiendo el asombro
de que ya no somos los mismos
y, precisamente por lo mismo,
ningún retorno es pleonasmo
y cada reencuentro es hallazgo.
Por tanto, si coincidimos
seremos -y ya no- los mismos.
Habrán idénticos rasgos,
mas otros serán los signos.