Alejandro José Diaz Valero

Olvidos

En muchísimas ocasiones

no sé si por afán enfermizo

dejo algunas provisiones

por estar de olvidadizo.

 

A veces vamos a la plaza

y comienza la cantaleta

porque dejé alguna toalla

sin meter en la maleta.

 

Y no es nada diferente

cuando voy a la montaña,

pues olvido el repelente

con que ahuyentamos la plaga.

 

Una vez fuimos a un restaurante

a una cena de primera

y de un olvido tajante

se me quedó la cartera.

 

Si vamos un rato a la plaza

a divertir a los chiquitines

doy comienzo a mi desgracia

al olvidar los patines.

 

Al llegar a una fiesta familiar

respiro y luego exhalo

cuando descubro al llegar

que dejé olvidado el regalo.

 

Para tener la memoria despierta

una maleta me he comprado

y así de forma directa

siempre saldré preparado.

 

Pero mi memoria fallida

de verdad que es indiscreta

pues en la primera salida

olvidé hasta la maleta.

 ***