Cuando el amor soñado llega,
las estrellas se entrelazan en un baile celestial.
Los suspiros se convierten en melodías,
y los corazones laten al ritmo de un vals.
Las miradas se encuentran como dos cometas,
dejando un rastro luminoso en el cielo.
Las palabras fluyen como ríos de ternura,
y las manos se entrelazan con anhelo.
En ese instante, el tiempo se detiene,
y el mundo se reduce a dos almas.
Los sueños se hacen realidad,
y la vida se llena de promesas y calma.
Así es cuando el amor soñado llega,
como un verso perfecto en un poema.
Un regalo divino que nos envuelve,
y nos hace creer en la magia suprema.