Se han ido mis sueños corriendo y asustados
como niños que juegan en la calle de enfrente,
porque tocaron la puerta que no debían tocar.
Y los sorprendiste; miraste sus anchas espaldas,
cargada y cargada de tanto llevar… llevar y llevar,
sin que nadie les mire a los ojos y les invite a pasar.
Se han ido mis sueños, porque aun pareciéndote a ti
los despediste sin nada, ignorándolos también.
Pero resistiendo y cansado; dormitando de pie
siguió caminando; a veces tocando tu puerta
y husmeando por la ventana, también.
No me cansé entonces, quererte de lejos admirar.
Mis anhelos persistian y seguían…
huérfanos buscando un cobijo y un pan.
Se han ido mis sueños a navegar a lo lejos;
conocieron el vuelo de las hojas en la brisa de otoño,
y livianos volvieron sus anchas espaldas
de donde le brotaron sus alas.