En la penumbra de la noche tan oscura,
mi alma susurra una melancólica añoranza,
Gabriela y Matías, con su mente ingenua y pura,
son ecos de un anhelo que en mi pecho danza.
Sus ausencias, sombras que el alma inundan,
cada lágrima me cuesta revelar,
mi corazón, en silencio, sus voces confunden,
y en su recuerdo hallo mi lamento inmortal.
A pesar de mi dolor oculto en el alma,
mi pecho lleva una tristeza velada,
en cada instante, su memoria calma,
el vacío profundo de una vida ignota y añorada.