Como las flores
en la esquina de la mesada,
mojadas,
despojadas de su naturaleza,
tomo asiento frente a la
ventana,
frente al sol
y con mi lado sombrío
de espalda
padezco,
memorizo,
sufro
la soledad de la luz
que ya no alumbra
nada en mi,
porque ya no hay nada
que o a quien alumbrar.
A veces el abismo
es más claro en la
oscuridad...
No será lo mismo
en realidad,
pero ya qué,
lo que fue,
fue.