Cuando estoy contigo,
los crépitos de lujuria
que revisten tu entrepierna
generan pompas de deseo
y pasión ardiente.
Déjame fornicar hasta tu sombra,
libérame del pudor que aquejo.
Hazme venir en tu lecho,
en tu posada aguardándome,
con tus caderas asomándose
mientras te quito la ropa
lentamente.
Déjame acariciarte en lo profundo,
con rudeza en tu universo afín.
En tus curvas yace el deseo,
en tu pecho, un fuego divino.
Despierta mis sentidos,
que el tiempo se detenga en este instante,
y que cada suspiro sea un eco,
un canto a la lujuria vibrante.
Hechizado por tus curvas despampanantes.
Hasta que el fuego de nuestra pasión la acalle.