Una batalla más,
sin caparazón,
sin ardides dañinos,
y no voy a darle la espalda,
aún entre perdedores
y difuntos que caminan.
Lejos de la vida monacal,
una rosa fresca
por nuestro valedor,
San Jorge, patrón de Aragón,
líbranos de los dragones
y condúcenos en la batalla.
Un saludo militar,
San Miguel Arcángel,
jefe de los ejércitos celestiales.
En plena cruzada
esta dama invoca,
con los caballeros que la rodean
y su espada a vuestro servicio
en esta jurisdicción,
a las Órdenes Militares,
Temple, San Juan y Calatravos,
proteged nuestros bosques,
libradlos de todo mal,
y nos acogemos a vuestras reglas,
observancias y ordenaciones
por nuestro honor,
por nuestra conciencia.