jvnavarro
DIARIO DE VERANO XXXVIII (UN ZUMBIDO SE OYE!
Este poema es como un estallido,
¡buuum!;
como unos golpes muy seguido,
¡catapum!; ¡plum!;¡pum!;
como un zumbido,
¡Zzzzz, zzzzzz!;
como múltiples ululares,
¡Uuuu, uuuuuu!, ¡Uuuu, uuuuuu!,
y como contados arrullos,
¡Rrrrrrr, rrrrrrr!
Es como si tuviera una mosca cojonera
en el oído,
¡Bzzzz!,
allí donde el yunque se convierte
en un quinto sentido,
parecido a la sordera de Beethoven
para cuando la Novena Sinfonía compuso.
Va el poema solo,
navega a sus anchas,
no quiere saber nada
de ese individuo,
el poeta maldito,
que solo le sirve
para tentarlo,
allí donde él quiere,
en la fibra del músculo.
Y en ello uno se sirve
de la dinámica que lleva
a este poema a ser errante,
de aquí para allá,
para ir por espacios cubiertos
de hermosos amaneceres
con los que compartir el desayuno.
Ya está el mar tranquilo,
ya duermen las buenas gentes
entres descuidos;
ya se halla sola la playa,
ya las gaviotas observan que hacer
mientras se dan un festín matutino.
Ya queda todo escrito
antes de que el viento se levante
y se lleve lejos los versos
que en este poema se despliegan
en renglones rotos
antes de verse ellos leídos.
Asumo ser poeta
en estas condiciones
tan por debajo
de mínimos.
Todo se sitúa asido
al principio de vivir siempre
de cara a la muerte,
de dar guerra
y de encontrarme presente
en los horizontes
de quienes me quieren
de continuo.