Tú eres la inspiración de mis versos, mi amada,
La musa que aviva la llama de mi poesía;
Tu beldad, tu gracia y tu virtud alabada
Hacen que mi alma arda en sublime alegría.
Eres el sol que ilumina los senderos de mi vida,
La estrella que guía mi errante peregrinar;
Tu mirada encantadora, tu sonrisa bendecida,
Son el bálsamo que calma mi eterno anhelar.
¡Oh, mujer adorada, tesoro sin igual,
Que llenaste mi corazón de dicha y de ventura!
Eres la perfección, la belleza ideal.
Que mi canto sea siempre un himno a tu grandeza,
Un tributo sincero a tu divina hermosura,
Pues tú eres la razón de mi vida y mi certeza.