Hoy el alba ha levantado miedosa,
no siempre el sueño está dispuesto
a saber de insulas escarlatas.
Pasos me llevan sin premura;
se cruza rauda una gaviota
a posar su hambre en un mendrugo
de pan que alguien supuso
para palomas: el destino
está escrito en las ganas
pero no en las cosas y, más en el pico
de una gaviota que sabe
ganar en las alturas su nombre.
Soy un hombre de tantos
que camina buscando
que no se agote lo bohemio
de cuando no te llama nadie,
de esa silla que por enea
ni puñetera falta que le hace
colgar del balcón del Ikea.
Perezosa mañana esta mía
entre la curvatura
que no quiere aprendida mano
como el mendrugo de pan
¿Para qué? Si es mejor dejarse llevar
que ya el aire sabrá vestir sandalias.
Mis pasos y yo me dicen
que ya me cuesta tener prisa,
buena razón esa para saber
que mis ojos ahora saben
que existen los cuatro puntos cardinales
y que así la gaviota al amor del mendrugo
siempre tendrá sanas sus alas.
Yo y mis pasos y ese empedrado
que dibuja campos de Abril
para siempre en la sementera
de esta mañana nacida
con cesárea.