Me gustaría hablarte de mi pareja, si me lo permites.
Sol y yo hemos estado viviendo juntos durante varios años.
Ella no es de muchas palabras, y a menudo pasamos toda la tarde en silencio.
Muchas veces estoy en mi oficina y ella está allí sin decir una palabra.
Confieso que ya me he acostumbrado a su silencio.
En determinadas ocasiones, me gustaría compartir con ella el significado de mis tatuajes.
Sin embargo, cuando estoy a punto de hacerlo, me doy cuenta de que aún no estoy listo.
No estoy listo para hablar de ti.
No sé cómo decir que todos mis poemas siguen hablando de ti.
Siempre has sido mi musa, mi inspiración.
En ciertos momentos, siento el deseo de entablar un diálogo sobre ti,
sin embargo, ella no me otorga su consentimiento.
Ella me ha moldeado a su conveniencia, y yo, en consecuencia, permanezco en silencio.
Ocasionalmente, una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando recuerdo nombre.
Me pregunto si, al hablar de ti, ¿ella me abandonaría?
La segunda pregunta me causa gran inquietud:
¿podría subsistir sin su presencia en mi vida?
Tal vez ya nomas es la costumbre.
Maldita soledad