Recuerdo esa tarde en primavera
el arrullo del viento,
la noche estrellada
con el manto del universo.
Te vi, lejos y distante,
quise tocarte con mis manos extendidas,
llevarte a un hogar tibio y sereno.
Imaginé tu luz iluminando mi almohada,
yo quiero guardarte como el más intimo secreto,
y así fue.
Recuerdo que me pediste
volar y volar,
decías que tu luz iluminaria el universo,
entonces lloré
no querías ser mía.
Abrí mi ventana y lancé al viento
tu etérea figura, te posaste
nuevamente en el manto del firmamento.
Yo siempre te veo,
me descubres y centelleas más aprisa,
sé que te pediré por las mañanas frías
y por las largas noches un deseo.
Sé que me das tu señal
cuando junto a tus hermanas
caen en el mundo,
cumpliendo mil deseos.
Siempre he creído en ti,
desde el inicio de mis sueños,
cumpliéndome anhelos,
bailes imaginarios y locos deseos.
Gracias querida estrella del firmamento
nunca olvidaré el día en que te conocí,
nunca olvides que creeré en ti
cada día y noche de mí existir
y cuando no me encuentre
en mí mundo terrenal,
seré un hermano más en el firmamento
que caeremos cumpliendo mil deseos.