Vivimos atrapados en un esquema,
que distorsiona nuestra visión extrema.
La mente es un laberinto de dilema,
en cada parpadeo, es un gran problema.
Las fronteras del ser son solo un subtema,
la distorción se convierte en un poema.
Mi ensueños veo un mundo ruin que se quema,
la interpretación se envuelve en vil diadema.
¿Por qué el meditar limita lo siniestro?
La existencia examina un astro, en el rastro
sin trascender: el comienzo de lo obsceno.
El fulgor interno guía mi camino,
me confundo en universos sin destino,
en el abismo percibo lo sereno.