Soñamos con un orbe sin fronteras,
donde reine la paz, no la codicia,
donde el amor se imponga a la injusticia
y florezcan eternas primaveras.
Anhelamos que caigan las barreras
que separan al hombre de su esencia,
que la razón se una a la conciencia
y se extingan las sombras postrimeras.
Mas la utopía, esquiva mariposa,
se escapa entre los dedos del presente,
dejando solo su visión hermosa.
Y aunque parezca un sueño inconsistente,
perseguirla es tarea luminosa:
forja el futuro quien lo sueña ardiente.