Se abrió la puerta vecina,
dibujose una mujer,
era tan bello ese ser,
tras una luz mortecina.
*
Un extraño resplandor,
que brotaba de sus ojos,
al parecer sin enojos,
con un destello soñador.
*
Todo cautivaba en ella,
su mirada tan sonriente,
era una linda doncella.
*
Se casó rapidamente;
no quedando ninguna huella;
¡de la mujer reluciente!
*
¿Es culpa de las estrellas?
¡¿ o del destino inclemente?!
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
31/07/2024