Mercedes Bou Ibáñez

Nunca muere un poeta

 

Nunca muere un poeta
.
Tañían bajo la aurora
guitarras por soleares,
feliz la luna y radiante
con su traje de lunares
soñaba en la madrugada
ser gitana bailaora,
alrededor de la hoguera
luciendo sus faralaes.

.
Los gitanos trasteaban
el crujir de las guitarras,
mientras las gitanas viejas
hacían sonar las palmas
al compás de castañuelas
que sueñan con ser campanas
y por detrás de las tapias
los niños correteaban,
cantándole al alimón
alrededor de las charcas.
.
Cuando un olivo muy chico,
corriendo por la vereda,
(la que sube por la rambla
donde se perdió la oveja),
con lágrimas en los ojos
subía llorando a gritos,
lo vio la gitana Pepa,
la madre de la Carmela,
-.¿Pero qué pasa payico?
¿A qué vienen esas lágrimas?
ven a mi vera y descansa,
dile a esta gitana vieja
el qué es lo que a ti te pasa.
.
-.Vengo de Fuente Vaqueros,
y al pasar por el cortijo,
el de la Señá Marquesa,
quise tomar un atajo,
para ir a ver a la higuera
y me la encontré llorando,
las lágrimas le brotaban
para llenar un barranco,
pues vio como se llevaban
a Federico entre brazos,
dos guardiaciviles secos
y paisanos tres o cuatro.
.
Luego oyó dos tiros gordos,
hasta las brevas temblaron,
un ¡ay! le salió del alma,
los juncos del arroyuelo
levantaron la cabeza
y las ranas de la charca
echaron la vista al cielo,
como aquel que pierde un sueño.
.
¡Ay Federico! ¿Qué han hecho?
Preguntaba un sapo viejo,
mientras la higuera lloraba,
¡lloró también el silencio!
.
La Pepa se echo a gritar,
-.¡Ay madre! ¡Nos lo han matao!
¿Qué te hicieron Federico?
¡Alma de nuestro cantar!
También la Luna lloraba
lágrimas de mazapán.
.
-.¿Qué será de los gitanos
sin tu alma y sin tu soñar?
Y hasta el lucero del alba
esa larga madrugada
no se quiso retirar.
Y los gitanos templaron
con una voz lastimera,
por seguirillas un llanto
hasta romper sus gargantas.
.
Rompieron todas las cuerdas
con su canto las guitarras,
que con altivez y serias
dieron sus últimas notas
en flamenca sinfonía
despidiendo así al poeta,
en su viaje hacia la gloria,
¡dónde van las grandes almas!
.
Allí en el Cielo gitano,
Antonio Torres Heredia,
(el del cutis amasado
con aceituna y jazmín)
echo mano a la navaja,
despanzurrando las nubes,
¡ay mi primo Federico
tan pronto ya junto a mí!
Cruces de sangre llovieron
por la vega del Geníl...
.
El diecinueve de agosto
brotó la sangre en la yerba,
el verde del olivar
se volvió de color malva.
se heló el fuego de la hoguera,
se llenó el cielo de rayos
al tronar de castañuelas.
.
Currillo, el de la Camboria,
se fue corriendo a la escuela
para traer los tinteros
y llenarlos con la savia
de roja sangre de versos
derramada en la barranca,
la que baja entre los cerros
donde vivía la Juana.
.
Los gitanos de las fraguas
echaron chispas al cielo
para acompañar a su alma
en el camino a la gloria
y la gitanilla Pepa,
(la madre de la Carmela)
alzó al aire las tijeras
jurando venganza eterna.
¡Qué no olvidan los gitanos
a quién sus almas camelan!
.
Rosa, la de los Camborios,
(la de los pechos cortados
y puestos en la bandeja)
llora gritando a los cielos
diciendo al Dios de los payos:
!Dile a los guardiaciviles
y a todo el que no lo sepa
qué tengan a ciencia cierta,
qué nunca, qué sepan bien:
!Qué nunca... muere un poeta!
.
Mercedes Bou Ibáñez