♥(¯`*•.¸♥millondurango♥¸.•*´¯)♥

Job empezó a hablar y a maldecir el día de su nacimiento (Job 3:1).

 

 

En el polvo y la ceniza, Job se sienta,

con el alma en desventura y la mirada abatida.

El dolor, como marea, noche y día lo asalta,

y sus amigos, cual fieras, su fama malherida.

 

Mas él, en su silencio, una fortaleza halla,

no es desdén ni cobardía, sino esperanza escondida.

\"¡No renunciaré!\", exclama, con voz que el viento talla,

a la integridad se aferra, como a un ancla en la vida.

 

¿Qué es lo que a Job sostiene, en su tormento y su lucha?

¿Qué luz en su noche oscura, qué bálsamo a su penar?

Es la fe inquebrantable, que ni el dolor emborrona,

la certeza de un Dios justo, que no le dejará.

 

Aunque el mundo se desplome, aunque la muerte aceche,

Job confía en Jehová, en su promesa y poder.

Sabe que hay un mañana, donde el dolor perece,

donde Jehová, amoroso, la vida le volverá a tejer.

 

Así, en la historia antigua, un mensaje resuena,

de un hombre entre las cenizas, que no se dejó vencer.

Nos habla de la esperanza, más allá de la pena,

de un amor divino, que siempre nos sabrá sostener.