X
Pretendía caminar, tranquilamente, por la vida
y no fue posible.
Desde el rostro sangrante de la nada,
escribo este poema.
Dolorosamente recuerdo,
mis años juveniles,
donde decir, era alcanzar,
con la palabra, el cielo.
Decir,
para que nada quede de lo dicho,
también, es un destino.
Sangro y lo digo.
Me duele y lo digo.
Recuerdo a mi madre y al decirlo
entre sus brazos me recuerdo.
En libertad arriesgo todo lo que tengo,
para llegar a ser este temblor,
acacia dormida en hondo mar,
hoja tenue y sencilla, al viento,
en el otoño,
pequeño sol.
(Del libro La patria del poeta; Ed. Grupo Cero)