Tu partida dejó un abismo en mi ser,
una grieta que el tiempo no puede cerrar.
Cada amanecer es un recordatorio cruel,
de que ya no estás para iluminar mis días.
El dolor de perderte me consume,
como un fuego que quema sin cesar.
Camino por esta vida vacía,
con el peso de tu ausencia en cada paso.
Todo se ha vuelto gris,
y mi corazón, roto y perdido,
no encuentra consuelo en este mundo
donde tu sonrisa ya no existe.