No tengo recuerdo
de la última vez
que deje de ser
por miedo.
Quizas, eso que temía
me dejó inerte
y por verte
yo realmente moría.
Dejamos, así,
de ser normales,
yo te buscaba en lugares
lejos de ti y de mi.
Por un capricho morimos.
No culpemos a nadie,
que empatamos la serie
sólo por vivir culpándonos.
Te invitaría unos mates,
no te miento,
pero esto que siento
me convirtió en primate,
un ser sin remate
que vive sin sentimiento.
Una vez más te veo
y otra vez me inhibe
todo eso que exhibe
tu forma de ser, y te creo.
La farsa termina
contigo lejos
y yo perplejo
al no tener quien ilumina
mis palabras,
ni mi complejos.
Está bien, lo entiendo,
el cambio no pasó,
pues, con solo un tropezón,
me terminas abatiendo.
Embriágame con tus besos,
abrígame con tus caricias,
pero te suplico delicias
a cambio de deseos
y no serán feos,
pero esta vida es ficticia.
Ponerle punto final
a esta novela
no será esta vez la primera,
pero si última.
Quizás, ahora si quiera
dejarte de amar.