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El león Rosado y El pequeño Gladiador

El león Rosado y El pequeño Gladiador

¡Escuchen, gladiadores, romanos y bárbaros! 
¡Escuchen todos en esta arena!
 La batalla está a punto de terminar, así que escuchen con atención.

 Solo quedan dos gladiadores reales con vida, 
y el resto están muertos en la arena cubierta de sangre. 

El feroz león rosa de los Alpes ha logrado eliminarlos a todos, 
con sus garras y colmillos peligrosos.

 ¡Pero un gladiador aún está vivo! «El pequeño mago gladiador».
Está vestido de negro con una cola larga
que brilla bajo el sol abrasador, lo que lo hace casi invisible.

César levanta la mano, gira el pulgar hacia abajo
 y señala con tristeza la muerte del valiente guerrero.
 
Así, el león podrá derrotar al pequeño gladiador y
 seguir siendo el único superviviente invicto.

 El pequeño gladiador está haciendo todo lo posible
 para defenderse con solo una daga.

Después de una larga e intensa lucha, el pequeño gladiador 
está herido, aún resiste y no ha caído.
 
Está esperando el golpe final que pondrá fin
 a esta dura y sangrienta batalla.
 Pero el león se quedó allí, mirando al pobre gladiador, 
no hizo ningún movimiento.

Después de una larga y silenciosa pausa, el murmullo comenzó
 a hacerse más fuerte, rebotando en las paredes.
—«Los héroes ya no existen», decía: la multitud,
 sonando un poco molesta.

Oh, ¿por qué el pobre león tiene miedo de dar el golpe final?
¡Oh, esperamos que el gran león rosa le perdone la vida!, 
con sarcasmo lo decían.
Es un poco inusual que se diga eso de una bestia tan grande.

El león se encuentra boca arriba, mirando al rey sentado en su trono
 como si estuviera rogando de rodillas por misericordia 
para el pequeño gladiador.

¡Es tan triste! Está claro que el león rosa no quiere lastimar 
al pequeño gladiador en absoluto.
¡Oh, ni los grandes Dioses saben lo que está pasando!

El pobre león rosa tenía una buena apariencia, pero sale a la luz 
que ha sido apuñalado porque dos dagas estaban enterradas en su pecho.

 Ahora todo está claro.

 —¿Cómo es que sigue con vida? Es muy extraño…, preguntaron todos:
 Con voz preocupada.

 Nadie quería seguir luchando y el pobre león seguía sangrando
 lentamente, muriendo.

 La daga le había atravesado el pecho, como si fuera un aguijón 
que bordeaba su corazón.

Su memoria le recordó de inmediato que esta sería su segunda daga;  
Su corazón guardaba una herida similar que permaneció abierta para siempre,
 porque nunca se pudo sanar.

Ahora, su frío corazón estaba atrapado entre dos aguijones mortales,
 haciéndolo sentir como si él fuera a arder en llamas por el resto de su vida.

¡Y cómo la muerte era su mejor amigo!,  
una vez más no estaría presente para él.