Mercedes Bou Ibáñez

Ayer estuve en Viznar

 

Ayer estuve en Viznar
.
A la memoria de Federico
y de mi abuelo Santiago.

Romance

Ayer estuve en Viznar
y pasé por el barranco,
en la zoca de un olivo
vi descansando un lagarto
y entablé conversación
solo por hablar de algo
.
Yo le conté que mi abuelo
anduvo por estos pagos,
me miró fijo a la frente
y me dijo recordarlo,
a lo que yo dije: ¡no!
¿Qué cuánto vive un lagarto?
.
Un lagarto, compañero
vive solo cinco años 
pero si miras mis ojos
les notarás el cansancio
de llevar ya mucho tiempo
de guardián en el barranco,
custodiando el alma eterna
de un poeta inmaculado
que una oscura madrugada
subió a la gloria de un salto.
.
Y sí, recuerdo a tu abuelo,
si recuerdo a Don Santiago,
aún veo aquellos ojos
de un mirar tristón y amargo
por no hallar a Federico
y llevarlo al Campo Santo.
.
Todas las tardes venía,
yo le ayudaba a buscarlo,
gritaba su nombre al viento
que se quedaba callado,
el viento nada sabía,
solo recordaba el rayo
que vio aquel amanecer
entre los cerros brillando.
.
Con lágrimas en los ojos
se marchaba Don Santiago,
diciéndome cada día;
-Mañana vuelvo lagarto
que seguro que lo encuentro
y le daré un gran abrazo.
.
Y por mis ojos corrieron
lágrimas como garbanzos,
al recordar que mi abuelo
pasó sus últimos años
con la mirada perdida,
hacia las nubes buscando
el alma del gran amigo
que arrancaron de sus brazos.
.
Mercedes Bou Ibáñez

..
Autorretrato

En un rincón del mundo,
a orillas del Mediterráneo,
donde los espejos se atreven a reír,
aunque las olas los pinten de brea,
vive un adefesio con patas
y canas en los sobacos,
culo gordo y paticorta,
que con orgullo se presenta:
Soy yo, una poetucha mediocre,
musa de mis propios delirios,
flotando sobre las olas
de una ingrávida petulancia.
.
Con una nariz
que podría haber sido diseñada
por un escultor borracho,
y haber servido de inspiración a Quevedo,
me deslizo por la vida como si pisara nubes,
con mis andares de pato
y mi aspecto de tordo:
Cabeza chica y culo gordo. 
.
Como nunca fui a la escuela
no tengo esos diplomas,
de los que otras presumen,
yo solo tengo un título honorario
de la escuela de la vida
en las calles de mi barrio,
donde las lecciones son
de lo más surrealistas
y de lo más estrafalario
y en ellas fue donde aprendí
a compadecer a la manzana,
pues mis calles me enseñaron;
que follar, nunca es pecado..
.
Mis versos son como mis zapatos:
siempre un poco ajustados,
pero nunca faltos de color.
Si la poesía fuera una carrera,
yo sería la que se queda en la salida,
intentando ponerme los cordones
mientras me encuentro
con la risa de los demás,
en vez de la inspiración.
.
Mis intentos de composición
son más bien como una melodía desafinada
que se escapa entre risas y susurros.
Cada estrofa se convierte
en un poema de amor...
amor hacia la pelusilla
que apunta por el bigote,
que, aunque no lo creas,
es la única \"obra maestra\" 
por la que ha recibido
alguna crítica positiva.
.
Así que, ahí estoy,
en el carnaval de la vida,
con mi nariz al viento
y mis versos saltando como sapos,
desafiante pero divertida,
recordando que aunque no tenga
una formación formal, 
la risa es mi mejor escuela
y la ironía, mi libro de texto preferido.
.
La Merche