Si muero.
Perdóname si muero
ya no podré hablarte,
no abriré la puerta de verano,
lloverá silencio, no podré salvarte.
No estaré donde quisieras
próximo a un abrazo,
envolverás el vacío
con suerte una silueta
de tu nostalgia incontenible.
¿Qué puedo darte, amor?
si no, anticipación a lo inevitable:
el invierno de mi sangre
el páramo de mis labios
el remanso de mi existencia.
¿Qué puedo decir, antes de dejarte?
Que quiero mirarte lo más que pueda
como hace un perro con su compañero
previo a la ceguera.
Que los días contigo, dijo Vilariño,
valieron como el más largo amor.
Que durante ese tiempo no fuiste mía
porque bastaba con estar,
y, sin embargo, no seremos más.
No estaré más que aquí
donde la muerte jamás llegará,
aquí, en lo escrito para ti.