Sin esperarte, te fuiste convirtiendo en mi más puro anhelo,
promesas efímeras que fueron cayendo a la realidad.
Se aprisionaron tus emociones, se ahogaron y no pudiste salvarlas;
desvanecido quedaste, y en tus ojos no pudieron sostener tal mentira.
Tu cuerpo encorvado, carente de valor, obligado a ir,
el brillo que se iba propiciando en mi mirada quedó en nada.
Como último acto de amor sincero, me retiré sin mirar atrás,
sin reclamos, sin ofensas, lo que se sintió como un frenesí
se esfumó, y a lo lejos quedaste, esparciéndote en el vacío.