Acomodo en mi matungo
los pesados fardos de recuerdos,
ilusiones no alcanzadas, promesas no cumplidas
y las eternas ansias de gritar
que heredé de mi gente
Al trotecito corto voy por la vera
con la mirada al cielo
al acecho constante de un poema,
de un verso, de una rima,
de un estribillo...
En la fronda de los sauces
canturrean los zenzontles
trinos que anuncian la claridad
que aún se le niega al camino
Acuso espuela al costillar
de mi redomón matungo
que se encabrita y repara
al sentirse lacerado
por el alfiler de mis ansias
Tiro un escupitajo de curiosidad
sobre el camino andado
y veo pintada la senda
con pinceladas escarlata
de los retazos que he ido soltando;
hay también bojotes de pensamientos inconfesos
envueltos en cuartillas mancilladas
con tintas libidinosas
contaminadas de pasiones y deseos
El andar cansino mi montura acusa
y relincha en llantos
de desesperanza
desde mi frente se vierten gotas de fatiga
que enmugrecen mi mano
cuando las enjuga
llevándose en el dorso
tantas ilusiones fallidas,
recuerdos inconfesos
y más de alguna cuita
¡Es inútil!
he andado caminos
desde la aurora hasta el ocaso
y mi senil mirada
no pudo captar poesía