No te juzgo, ni siquiera reniego de tu forma de ser. Quiero lo que quieres. Aceptar la flor con espina en su tallo, es aceptar tu mensaje con tachones, dejando de lado los defectos y recogiendo el sentimiento del querer. Ver como creces junto a este amor, cual junco al rio, donde el tiempo solo deja hojas secas, de aquellos otoños que no fueron primaveras. No me fijo en tus sombras, sino como iluminas mi vida.
En el jardín de tu vida, donde siembras tus violetas, me queda claro que no existe la primavera perfecta y saber que no te lamentas que sembrar una flor como el amor, es cuestión del tiempo y no de valor. El valor agregado de ser mujer y poeta. Te hace valiente, para romper la noche y decir ¡soy y quiero! Rompiendo la alcancía de tu capital sentimental y guardas la luna en tu risa, que me entregas en esos tus labios.
Vamos rompiendo la noche, como lo hizo Prometeo con sus cadenas, vaciemos el poema de todas tus fe de erratas, que el poema carga en sus entrelineas y que, en el pasado, lleno de agua tus hermosos ojos negros, secándolos con una canción y el recuerdo al que alude, maquillando tu dolor. Me gusta que te guste y tu forma de autoafirmación ante el espejo y ser tu. De esa forma que también me das identidad.
El amor, cercano o lejano; es amor y este intruso impertinente, es como agua para la flor. Le da vida, lozanía. Le da continuidad. No es perfecto o reinventa la perfección. Si el cielo está nublado, lo acepta como cielo. Si el amado tiene defecto, sigue siendo amado. Si amas, no dejas de ser Tú y yo, sigo siendo yo. Mis versos no son perfectos, los tuyos un poco más… ¡Pero que carajos!... el poeta es un perfecto imperfecto.
Somos dos seres imperfectos, dos sentimentales que, sin buscar la noche perfecta, encontramos un amanecer perfecto. Tomados de la mano, caminando por nuestros sueños, descubriéndonos seres perfectibles y nuestras letras por fin se encontraron, haciendo que el amor renazca, como ave mitológica de los restos de una vida, que quiere reciclar el valor de la misma vida. Escogiendo la parte más iluminada de ti y de mí.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO