Nos escogimos en el contexto de un espacio compartido; de etapas, de intereses, de sueños, incluso de dolor común a nuestras almas jóvenes.
En el transcurso natural de la vida crecimos para dar lugar a otra etapa donde descubrimos que nuestros intereses, sueños y dolores cambiaron, llevando, como consecuencia, a la pérdida de nuestros puntos de conexión.
El tiempo y la intencionalidad no fueron de la mano y lo que creímos que era fuerte en realidad no tuvo raíz suficiente para sostenerse tras los cambios.
Hoy no queremos compartir los miedos que son mayores a los de antaño, y la ingenuidad que nos hacía confiar, ahora se resiste por temor al rechazo que antes no existía. Nos quedamos cada vez más solos llenando de nostalgia el espacio vacío que quedó.
Aun así doy gracias por el contexto en el que nos escogimos para acompañarnos en un tiempo determinado. Me quedo honrando el recuerdo de lo que una vez fue.
Con esta carta abierta doy un cierre al luto de tantas relaciones muertas. Dejo de aferrarme a la difunta ilusión de lo que ya no será y sigo con mi vida para dejar que otros afectos puedan ser.