Puedes despertarte ahora,
dejar pasar la luz, dar los buenos días
y sonreír;
Puedes estar por el jardín de las mariposas
que se aferran a las pocas flores,
a la humedad del aire
que arrastra el sollozo de los que han perdido
el vuelo;
¡Puedes salir y abrir la vida…!
humedecer el invernadero y levantar
a alguien que se ha inclinado sobre tu retrato
y las rosas perfumadas de la tumba.
El aire débil conmueve y sucede que los pájaros
abren surcos en los cielos
en la mañana agreste,
las flores secas desparramadas no recuerdan,
son de nadie, del viento
y la piedra trenzada al recuerdo, sigue esperando
o quizás acompañando a los ojos
llenos de tierra.
Bien puedes nacer de nuevo y abrir los ojos
de mi dicha, sobre los que se han echado
los buitres de la noche;
¡Puedes abrir los ojos y sonreír...!
Y cantará algún ruiseñor en el parque
por los que hacen el amor,
por la hierba nueva y su sed de brotar
lejos de los muertos,
de las sombras que han horadado
las manos llenas de deseo;
Podemos huir de esta tierra, quizás por el río
donde adelgazabas tus pies,
y las abejas se alimentaban de tu boca.
Sí, quizás en alguna mañana mis ojos
se llenen de tierra y se liberen los polvos
de mis caminos viejos,
solo entonces,
será la lluvia de tus ojos y no los huesos
de la muerte quien me lleve lejos,
de este lugar que se ha dormido para siempre.