Ven, mi amada, a mi lado, serena y divina,
que mi ardiente deseo tu mano reclama;
ven y acepta la unión que mi pecho aglutina,
que mi alma te ofrece, que mi corazón te llama.
Seré yo tu sostén, tu apoyo y tu guía,
seré el fiel compañero que endulce tu vida;
compartiré contigo las dichas y alegrías,
seré el ángel que vele por tu alma querida.
Que nuestras almas formen un solo destino,
que nuestras vidas juntas su curso prosigan,
que nuestros corazones, en místico camino,
por toda la existencia unidos se sigan.
Acoge, oh Dios clemente, esta unión bendecida,
que nuestras almas tienda con lazos de amor;
que en eterna ventura se miren unidas,
que en paz y concordia conserven su honor.
Que en el hogar santo que juntos labremos,
la dicha y la virtud tengan digno altar;
que la discordia las puertas cerremos,
ni el odio y la envidia su paz turbar.
Que siempre, mi amada, en tu rostro divino
contemple yo el premio a mi fe y mi fervor;
que el beso de tus labios, cual néctar de vino,
me inspire y me inflame con sacro ardor.
Ven, mi bien adorado, mi estrella, mi encanto,
ven y sé de mi dicha la prenda y el don;
que en mi pecho enardecido te espera un canto,
que mi alma enhebra con fe y emoción!