Van formando su camino sobre mi piel,
Desdibujan con cuidado todo mi pasado,
Acompañándome como un amigo fiel,
Que deja huellas en mi con cada paso.
Arden con el tacto de los recuerdos fugaces,
Estricto recordatorio de lo que no fue ni será,
Cada suceso ahogante, mal planeado en ellas yace,
Pequeñas elevaciones que no me dejan de mirar.
Y es que cada pregunta es una grieta en mi ser,
Con cada duda empuño a un más el puñal,
Se tiñe de rojo cada nostalgia por crecer,
Y a cada bache del camino aparece una más.
Dejé de pensar para no atraerlas más,
Pero el abismo al que he caído es tan oscuro,
Escapar no se me ha vuelto una manía ni gritar,
Mi rincón es eterno, pequeño y silenciosos.
Mis demonios se camuflan bajo mi mente,
Van marcando con frialdad cada porción de mí,
Fingen ser pensamientos buenos e inocentes,
Mientras van quemando lo poco que queda aquí.
Mírala, tan pequeña, tan sincera, tan destructiva,
Cada pensamiento gira entorno a ti,
Ella, tan paciente, analiza y me mira,
Con un nuevo discurso nace otra cicatriz.
Mi piel se ha vuelto aquel arrugado pergamino,
Un guía decadente del que no se obtiene nada,
Es el mapa del tesoro que ya se ha hundido,
Es la señal de retiro de quién nunca gana.