Nunca entenderé porqué los locos
se mueven deprisa entre flores de cemento,
los necios se abanican con pantallas de humo
y los perros ladran del lado equivocado.
Todo es impune, cuesta arriba y al sol grave.
Las palabras se venden en frascos de cloroformo
entre risas enlatadas y espasmos giratorios.
Robando noches pasadas de moda, nos hacemos
huecos entre últimas voluntades y deseos efímeros
para no morir pelados de una desazón constante.
Mientras, comienzan a sonar alarmas lejanas.
Esperanzas que nacen de vacío y sin fuerzas
se esfuman en el aire que respiran los mendigos.
Mientras, miramos de lejos, para no ver de frente
buscando la libertad en un agujero lleno de espinas.