Por la senda de yerbas azuladas,
paseo acompañado por los trinos
de los lindos arrendajos albinos,
junto al riachuelo, fluir de aguas rosadas.
De los árboles, las ramas moradas
dejan caer las hojas de platino
que alfombran el suelo de blanco lino,
cuna de setas de satén lacadas.
Llegan los venados de pieles verdes,
también los amarillos jabalíes,
los rojos lobos, e invisibles duendes.
Son de la primavera los colores
de estos fértiles valles irisados
de esta sana eclosión llena de flores.