Sospecho que habitas en el mundo de los sueños,
que derribaste los muros de la humanidad limitada,
para caminar los senderos de la poesía y el canto,
cantando las grandezas del amor y su gloria,
liberando por el aire tu alma emancipada.
Sospecho que tus párpados ya no están cerrados,
que has encontrado tu propio derecho,
de renacer entre huertos,
entre jardines floridos de dalias y rosas,
en el murmullo insondable de la brisa y la lluvia,
en la expresión petulante del silencio en la noche.
Sospecho que tus manos continúan abiertas,
acariciando la brisa, aniquilando los miedos,
con tus plegarias y preces, invocando los cielos,
encontrando en ti misma a tu Dios verdadero,
el que impone bondades, humildades y sueños.
Sospecho que comprendo el aquí y el ahora,
cuando siento tu alma entre todas las cosas,
en las pupilas de los niños y la piel de los ancianos,
murmurando al oído el amor a sus hijos,
aplacando con besos la estridencia del mundo,
empapando el espíritu con blancas palabras.