¡Mami, papi, una estrella fugaz!
voy a pedir un deseo
Allá en el norte
los reyes están negociando
y hasta los dioses a la mesa se han sentado
¿Cuántas almas necesitas
para dejarme libre paso?
Mi madre desde su ventana
le implora a su Dios
que esa bala no haya estallado en mi pecho
mientras al otro lado del mundo
la madre de Mikhail pide a su dios por la vida de su hijo
Diez kilotones más de estupidez en la trinchera
y la madre de Qiang de rodillas en su espera
¡Estamos ganando! asevera un sereno vocero
sepultado bajo el miedo de mil soldados envalentonados
¡El enemigo se repliega! canta otra alma
que cree que la guerra es como un juego de cama
Hoy en todas las retretas del mundo
más bajas se registrarán
mientras son coreados por ecos de solidaridad:
¡MURIÓ POR LA PATRIA!
Madre, si un día no vuelvo a casa
dile a mis hijos
que yo no morí por ninguna patria
morí porque no tuve más que vender
para comprar más y mejores mañanas
que mi fuerza y mi seguridad
y mi presencia a la cabecera de sus camas