Cuanto dicen tus ojos,
en cantos desentonados,
se desplazan y me despedazan,
desde lejos, sin intenciones claras,
Ambivalentes son tus palabras,
y me dueles cuando las hablas,
en el sentido menos pensado.
Brutales surcan los aires,
afonía que a los oídos asusan,
abruman tus ausencias,
que al viento se derrumban,
Como un final anunciado,
anhelo por el pretérito destrozado,
con sus tormentas de ideas absurdas.
Antónimo de nuestro conticinio,
que era tan frágil y hermoso,
dejando para el recuerdo al idilio,
cuando murmuras aquello que no reconozco,
Esas miradas reflejadas por otros ojos,
palabras robadas de distintos labios,
complicidades por sílabas contenidas,
despertando los más profundos miedos,
al llegar fragmentas y tristemente sórdidas.