Dime adiós con tu silencio,
dime adiós con tu mirada
para que no crea el alma
que tu amor había muerto.
Dime adiós sin darme un beso
si te vas llegando el alba
para que la pena amarga
se diluya como un sueño.
Vete ya, te lo suplico,
por el rumbo que tú elijas;
vete ya, por donde vino
ese amor que tú fingías
que de mí no habrá suplicios
ni rencores en la vida.