En tu piel nacen y mueren las mareas. El sol pinta sus albas, la tarde sangra los ocasos y la luna se hace llena.
En ella hay una luz de mar abierto, con una cola blanca de espuma a la deriva y un sendero estrecho labrado de recuerdos.
En tu piel el agua se hace océano y las olas son deseos, que buscan tu playa para romperse en besos.
En tu piel florece la aridez del desierto.