Los abrazos fraternos
son la frescura del vergel,
frondas de sueños libertarios
inmanentes a un nuevo amanecer.
Abrazos de la vida,
sinceros como el viento
que sopla esperanza
y entraña amor y aliento.
Abrazar contentos
en tiempo de un te quiero
o apretar triste ante el desconsuelo
es gloriar el álgido momento.
Es ocasión abierta
a nuevas circunstancias,
impregnada de libertad
y de querencias democráticas.
El abrazo, sagrado y espontáneo,
sin normas ni contratos,
es cariño verdadero,
dignidad del ser humano.
Fraternas palmadas
que sacuden sentimientos,
en el ahora o en la distancia,
honrando el reencuentro.