No vuelves a amar como la vez primera
Ni a disfrutar del calor de ese verano;
No pagas de nuevo el precio del primer desamor
Ni amortizas las penas profundas de sus desdichas.
Pierdes primeras ocasiones por ganar experiencia,
La misma que usarás para recriminarte tus errores;
Pierdes el placer de fallar heroicamente.
Lo mismo que cuando tus triunfos están vacíos.
Inerte es, pálido, hoja carbonatada de tizne y sombras,
Esperanza muerta de la trágica soledad asistida,
Amo los que no desean ser amados por un alma sentida:
Solo gustan de la carne, de los fluidos pasionales
Y aman en las horas de la habitación en agonía.
Así, muere todo lo que puede ser una primer vez,
En el camastro donde eso te absorbe y huye;
En esa alcoba que el monstruo consume corazones rojos,
Allí, allí mismo he jurado morir al vaivén de los gemidos.
Si, para todo existe ocasión inicial, partida intensa,
Para morir nunca hay deseo de esa única y eterna cita;
Aunque, pensando bien en lo gris del mundo que acecha,
Por única vez moriré, con mi triunfo a cuestas.