¿Ser o no ser irreverente? La gran pregunta del millón, ¿no? Parte II
En esta jungla de egos inflados y farsantes de medio pelo, no hay deuda que no se pague ni fecha que no se cumpla y hablando de cuentas pendientes, continuaremos con esta disertación despellejando la irreverencia, que por lo visto es un arte en peligro de extinción en estos días.
Primero dejare en claro de una vez, no hablamos de esos \" poetas mediocres \" que creen que escribir un par de groserías aquí y allá de baja estrofa, les convierte automáticamente en genios revolucionarios literarios. Como si lanzar un par de palabrotas fuese el pináculo de la poesía irreverente. ¡ Por favor ! ¡ Qué patético ! Es como si un niño de cinco años pintarrajeara una pared y esperase que le llamen Picasso.
La verdadera irreverencia no es una licencia para vomitar vulgaridades sin ton ni son. Es un arte que exige precisión, agudeza mental y sobre todo, un sentido del humor tan afilado como la guillotina, capaz de cortar el ego de esos pseudo-poetas en mil pedazos. Si fuera tan fácil de lograr, no tendríamos que soportar a estos payasos que se autoproclaman herederos de Bukowski, cuando lo único que heredan es la capacidad de hacer el ridículo en público, mucho menos estar explicando ¿ Qué es ?.
La Bruja Irreverente, esa joya de la ironía con esa mirada de \" te voy a destripar en tres segundos \"y esa lengua de navaja, tan categórica con sus acciones, lanzo su manifiesto sobre lo que realmente constituye un poema irreverente y parece que está dando catedra a los aspirantes a poetas del conformismo. Sin embargo, me vi en la necesidad de cuestionar algunas de estas reglas ante tanta pretensión. Vamos a ver, ¿ Es realmente necesario seguir una receta tan predecible para ser irreverente ? ¿ O es que estamos atrapados en una sopa de letras literaria, aderezada con un toque de “ correctitud ” que apesta a mediocridad ?
Ella alzo las manos como si fuese un político desencantado y suelta pronunció: Para que una irreverencia funcione, debe ser cómica, irónica, sarcástica, reflexiva, acusadora, romper moldes, saltarse protocolos y diplomacia, un ¡ vete al diablo ! con estilo y el título debe llevar \'irreverente\' o \'irreverencia\'. Y no basta con que lleve esas palabras; debe ser clara y sin jeroglíficos. Le replique ¡ Oh joder, claro, la guía definitiva para ser un rebelde chapucero ! ¿ En serio crees que encasillarla en un manual de instrucciones no le quita toda su fuerza ? Esta debe ser una patada en el trasero del conformismo, no una receta de cocina literaria. ¿ Dónde queda el espíritu de la voluntad de poder en todo esto ?
Su nariz aguileña se retorció y con ese tono que usan los que se creen por encima de todo, me llamó gaznápiro que te crees. Argumento que sin una estructura, la irreverencia puede volverse mera provocación vacía. La ironía debe ser calculada y el sarcasmo debe evitar la ofensa.
Me reí en su cara ¿ Cálculo y estructura ? ¡ Que se lo metan donde les quepa ! La irreverencia no necesita un GPS para encontrar su camino. Si la encasillamos en un conjunto de reglas, solo estamos creando una fórmula para el aburrimiento. La verdadera irreverencia posee ese caos encantador que desafía las normas establecidas, una fuerza desatada que arrastra todo a su paso.
Esta disidente hechicera grito casi histérica. Entonces, ¿ Crees que podemos dejar que la irreverencia se convierta en una anarquía sin dirección ? La provocación debe tener un propósito. A lo que sin desenfado me escucho decir: Por supuesto, la provocación tiene que tener un propósito, pero no uno que esté definido por un grupo de burócratas literarios. La irreverencia es la esencia de lo instintivo y lo instigador, una manifestación del nihilismo que destroza los antiguos ídolos y construye nuevos dioses a partir de las ruinas. No es cuestión de dejar todo al azar, sino de permitir que el instinto haga el trabajo sucio.
La hechicera del caos cogió una manzana mientras la mascaba esto entendí: Tampoco es un espectáculo, ni una performance para otros. Es algo que vives, cuando te sientas solo a escribir o incluso a beber y te das cuenta de que todo es una farsa y sigues adelante de todos modos, sin pedir permiso ni esperar aprobación. Es sobrevivir en tus propios términos, sin necesidad de gritarlo a los cuatro vientos.
A esto le encontré cierta razón, más le acote que un poema irreverente que no sale de la cueva es solo un susurro en medio del desierto. Si no la gritas, no estás desafiando nada, solo te estás lamiendo las heridas en silencio. Ser irreverente es patear las puertas y que se escuchen los ecos. Si no encuentra su camino hacia la sociedad, si no sacude conciencias, si no incomoda a otros, entonces se convierte en una especie de auto indulgencia masturbatoria, es quedarse esperando a que todo se joda solo
Ella se levantó y aplaudió ¡ Muy bien ! pero también debe cuestionar y reprochar, usar un lenguaje provocador y ofrecer nuevas interpretaciones. La provocación deliberada no debería ser solo para causar indignación, sino para invitar a la reflexión y al cuestionamiento profundo.
En este momento ya estábamos en el ojo del huracán complemente: ¡ Exacto ! Y no olvidemos el picante de la vulgaridad bien administrada. Un poco de mala leche y algunas palabras subidas de tono no hacen daño a nadie si sirven para dinamitar la monotonía. Recontextualizar los elementos conocidos para que exploten en nuevas interpretaciones es lo que convierte la irreverencia en una bomba literaria, no en un destello de basura tóxica.
Me lanzo su interpelación: Entonces dime ser humano no seas pusilánime ¿ Cuál es tu enfoque para una irreverencia efectiva ? ¿ Debemos abandonar los criterios y simplemente seguir el instinto ?
Mi respuesta fue: No se trata de abandonarlo todo, sino de romper los moldes o esquemas mientras se mantiene la esencia. La irreverencia efectiva es una mezcla explosiva de provocación y reflexión, una rebelión del espíritu que desafía el conformismo y abraza la autenticidad en su forma más cruda. Las críticas mordaces y los insultos afilados deben ser el condimento, no el plato principal.
Estas entendiendo al fin, estamos de acuerdo en que la provocación y la reflexión deben coexistir, pero quizás difiramos en la aplicación. La clave está en evitar el exceso y mantener la creatividad.
Era innegable que ella estaba en lo correcto. La irreverencia no es una fórmula de cocina, es un estallido de creatividad que debe desafiar las expectativas y mantener al lector al borde del asiento. Si dejamos que la provocación se mezcle con la reflexión de manera natural, evitamos que se convierta en una caricatura de sí misma, permitiendo que la voluntad de poder se manifieste en toda su grandeza.
Al notar qué le di la razón, mostró indulgencia y me dijo ¿ Cómo encaja el papel del escritor en todo esto ?
Ahí le expuse esto le dije : Ah, ahí está el puto meollo del asunto. Un escritor irreverente es, en esencia, un cronista social. No es un mero provocador, sino un observador agudo que utiliza la irreverencia para arrojar luz sobre las hipocresías y absurdos del mundo. Es un guerrero en la arena de la conciencia social, desenterrando verdades incómodas con el filo de su pluma y construyendo una nueva visión a partir del caos.
Finalmente llegamos al consenso de que, para que un poema irreverente lo sea, se debe considerar los siguientes requisitos:
Provocación deliberada: Desafiar y provocar, cuestionando normas establecidas, es lo esencial.
Crítica social, cultural y política: Abordar temas relevantes, señalando injusticias y absurdos.
Reflexión y pensamiento crítico: Asegurar un propósito reflexivo y no solo escandaloso, otorga profundidad.
Recontextualización y metáforas poderosas: Enriquecer el mensaje con nuevas interpretaciones.
Romper moldes y creatividad en la Forma: Desafiar convenciones y promover innovación.
Autenticidad y estilo directo: Mantener una voz genuina y clara.
Lenguaje provocador y vulgar con Propósito: Usar lenguaje impactante con intención.
Exponer temas tabúes e incomodidad deliberada: Abordar temas incómodos y provocar reflexión.
Acusadora y protesta: Ser un vehículo para la denuncia y la protesta.
Evitar clichés: Mantener originalidad y frescura.
Ambos concordamos. Que La verdadera irreverencia es un acto de subversión audaz que desafía, cuestiona y sorprende. No está confinada a un conjunto rígido de normas, sino que se desata libremente, como un tornado de creatividad que arrastra todo a su paso y construye nuevas formas de pensamiento en el caos que deja tras de sí. La Bruja Irreverente y yo hemos librado una batalla de ideas y hemos terminado amigándonos.
De igual manera, es que no hay que engañarse, porque por cada irreverente de verdad, hay una legión de farsantes que creen que gritar palabras gruesas y añadir una pizca de provocación barata es suficiente para ser irreverente. No son más que bufones de segunda, disfrazados de revolucionarios, que se autoproclaman los guardianes del buen mal gusto. Esos intentos de poesía irreverente, que no son más que escupitajos literarios mal dirigidos, solo buscan llenar el ego inflado de sus autores. Es fácil armar un escándalo vacío, como el típico vecino que arranca la cortadora de césped un domingo a las siete de la mañana para recordarnos que existe. Pero la verdadera irreverencia no es ruido por el ruido, sino una detonación calculada, con un propósito que va más allá del eco de la propia voz. Así que a esos poetas de cuarta que juegan a ser impertinentes solo para promocionarse a sí mismos les diría: Dejen de vender humo envuelto en papel de lija, porque no engañan a nadie. La irreverencia no es para cualquiera y mucho menos para aquellos que no están dispuestos a ensuciarse las manos en el lodo de sus propias contradicciones.
Ser irreverente de verdad es un arte, no un eslogan para camisetas baratas. No es un juego para cobardes; si no se está listo para arrasar con todo, incluido el propio ego, es mejor quedarse en el rebaño. ¡ A la mierda con los charlatanes !
xElthan