José Fas Fonfría

TE MIRO DORMIDA.

TE MIRO DORMIDA

Tendida yaces junto a mí, dormida plácidamente,
mientras tus labios esbozan, una sonrisa ausente.

Y entre la tenue penumbra de esta habitación,
rebosa de amor… y pasión ardiente, mi corazón.

Contengo hasta mi respiración por no despertarte,
y con sabia sutileza, me arrodillo para adorarte.

Inquieto, palpo nervioso tu piel, sin apenas tocarla,
con la finura con que se roza una flor, sin molestarla.

Muy excitado al contemplar tu cuerpo semidesnudo,
ese bello y delicado cuerpo, todo mío y tan menudo.

Me inclino para absorber el vaho de tu respiración,
y lo cazo al vuelo… y lo bebo, con honda excitación.

La transformación que sufre mi cuerpo al momento,
es fruto de las ideas que llenan mi pensamiento.

Pero sé que debo protegerte con amor controlado,
por toda la confianza que… en mí, has depositado.

No debo dormirme, mi obligación es velarte,
para que cuando despiertes, abrazarte y besarte.

No existe mayor y más apetecido placer,
que cuidar y proteger el amor de una mujer.

Soy muy feliz, inmensamente feliz
con esta relación, a la vez, transparente y opaca,
con el sabor suave y discreto a regaliz…
y el exuberante aroma de albahaca.