EL CICLO DE LAVIDA
Vivir es un arte que se aprende día a día,
cultivando la serenidad en cada tormenta
y el agradecimiento en cada amanecer.
Los obstáculos son escalones que nos elevan;
superarlos es la forma en que crecemos y
descubrimos nuestra verdadera fortaleza.
Educar a la familia es sembrar valores en el corazón,
regarlos con amor y ver florecer generaciones
que transforman el mundo.
Valorar y mantener el trabajo es reconocerlo
como un puente hacia nuestros sueños,
donde el esfuerzo y la dedicación
son los pilares que sostienen el éxito.\"
Valorar, respetar y disfrutar a los amigos
es entender que en la complicidad de una amistad sincera
se encuentra la riqueza más duradera de la vida.
Conversar con la naturaleza, el medio ambiente
y el universo es escuchar el susurro de la tierra,
sentir el latido del mundo y comprender
que somos parte de un todo que merece cuidado y respeto.
Aprender a sonreír, a jugar y a ser feliz
es redescubrir la magia en lo simple,
encontrar alegría en cada momento
y vivir con el corazón ligero.
Prepararse para la vejez y saber envejecer
es aceptar con sabiduría el paso del tiempo,
apreciando cada arruga como una historia vivida
y cada día como una nueva oportunidad para aprender y crecer.
Buscar a Dios, amarlo y tener fe
es abrir el corazón a su presencia;
obedecerlo es caminar en su luz,
y ser dignos hijos suyos es vivir con humildad,
amor y rectitud.
Esperar la muerte con serenidad
y recibirla con resignación es comprender
que es el umbral hacia la última morada,
donde la vida terrenal se transforma
en un nuevo comienzo eterno.
Epitafio:
\"Vivió con serenidad, creció en fortaleza,
y en el último aliento encontró la eternidad.\"