Para ti, musa de mi poesía,
Afrodita de mis palabras,
Atenea de mis insomnios,
Perséfone de mis lamentos.
Los años pasan, y la poesía solo fluye
cuando eres tú la fuente de mi inspiración.
Hoy, a la distancia, somos dos extraños,
pero un pedazo de mí se quedó en ti,
el día que decidiste no volver.
Soy el Hermes de tus pesadillas,
y el Hades de todos tus demonios.
La luna, cada mes, me recuerda
la promesa que nunca pude cumplir,
y me condena a vivir sin saber
lo que pudo ser.