Camino por senderos de vana prisa
en un tiempo estirado
donde el humilde velo de tu pecho
cargado de furia, fagocita mi calma
con sus bofetones de indiferencia.
Naufrago en la tormenta de tu mirada,
son relámpagos cargados
de torrentes de flores dormidas
nubes cargadas de desnudez entre brumas.
Un aullido de viento entre hojas,
un gemido de niebla en mi alma,
un ejército de cráteres naufragando
entre tus piernas manchadas de invierno enfermo.
Un canto sin voz de tigre
buscando en la complicidad de la noche
una brisa de vanidad despierta
que me desnude del hechizo de tu vacío encanto.
Estoy muriendo en este parpadeo de luces de candil
en una playa oliendo a dama de noche
mientras las gaviotas pulverizan mis lágrimas
tu amor se vuelve un suspiro
emigrando por el recoveco de las olas.
Llega la oscuridad y caen soles
derritiendo la vida de un amante,
desbordando el temple
de un amor de complicidad
archivado en mi cartera.